Madrid, noviembre 2018
Entrevistamos a Carlos Mascías, Director Médico Hospital Universitario HM Torrelodones y Socio del Club Excelencia en Gestión.
-Después de ser ponente en el XXV Foro anual del CEG ¿qué GPS consideras necesario para su organización?
Orientación al Cliente. Básico. Y más en el sector sanitario, en el que pensamos más en la enfermedad que en el paciente. Si ese es nuestro GPS, vamos en buen camino.
-¿Y para cualquier organización sanitaria qué es lo urgente en este momento para encauzarse hacia la Excelencia?
Desde mi punto de vista, pasar de funcionar como cadenas de producción de actos médicos a ser organizaciones de servicios (de salud o sanitarios) que sean equiparables en accesibilidad, agilidad, personalización, tecnología, etc. a otras de las que nuestros propios pacientes son clientes y con las que nos comparan.
-La humanización parece ser una preocupación en todo el ámbito sanitario ¿qué medidas son prioritarias o más aconsejables?
Creo que la palabra está mal escogida. Hace mucho daño a un sector, en el que sus profesionales a todos los niveles y por regla general derrochan emociones y acciones humanas o humanizadas, que se hable en todos los foros de humanización.
En mi opinión, es más correcto hablar de “racionalización” de la asistencia, es decir, que no sea algo irracional –relacionado con lo dicho en la pregunta anterior- lo que ocurre a diario en hospitales y centros de salud en cuanto a información, esperas, procesos, etc. Lo más prioritario es cambiar a personas, procesos e instalaciones usando de verdad la empatía para hacer que el paciente (y su familia) sea de verdad, y no “de boquilla” el centro de todo lo que hacemos, sin descuidar en ningún momento el equipo de trabajadores que lo hacen posible.
-¿Te preocupa todavía todo el cambio tecnológico?
No me preocupa el cambio. Me preocupa la “ceguera” que hay en partes del sector sobre lo que ya es una realidad y está instaurado en otras esferas de nuestra vida. La tecnología, si se usa adecuadamente, es buena. Pero hay que entenderla, asumirla y aceptarla para que mejore lo que hacemos y para que hagamos mejor medicina. Vivimos en un mundo exponencial y nos adaptamos a los cambios a una velocidad mucho menor de los que éstos nos exigen.