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Acelerando la transformación para un futuro sostenible

Ignacio Babé Secretario General / CEO del Club Excelencia en Gestión

Hace casi un año en este mismo medio fueron tan amables de publicarme un artículo sobre la forzosa aceleración de la transformación en el que esbozaba un método para conseguir con éxito dicha aceleración. Había que dar un salto hacia adelante. Y como las ranas, cunado las das un toquecito por detrás, dábamos ese salto forzados por una fuerza inesperada, la pandemia. Entre tanto, ha llovido y nevado mucho. Y el mundo ha cambiado mucho más deprisa y sigue acelerándose.

“El mundo ha cambiado y debemos acelerar la transformación de nuestro país” dijo el Presidente del Gobierno al presentar el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española. Pues sí, muy de acuerdo, pero la transformación en una organización es un viaje largo y que requiere método, no improvisaciones u ocurrencias. Así que en un país, y el nuestro se ha convertido en bastante complejo, será aún más largo y necesitaría de un método claro y que se haya probado con éxito.

En los últimos años, en el Club Excelencia en Gestión y con ayuda del experto Adolfo Ramírez, hemos desarrollado varios Actions Tanks para buscar las claves necesarias para acelerar la transformación de las organizaciones, acompañando así a nuestros socios en sus procesos de cambio. Y hemos podido comprobar, con muchos de nuestros socios, que el método propuesto para la transformación es sencillo y ha funcionado con éxito. Así que voy a intentar establecer un paralelismo entre la aceleración de la transformación en una organización y la que necesitamos para el conjunto del país.

Para encontrar las claves que aceleren la transformación en una organización, lo primero es analizar el entorno, tener un propósito claro, una visión y una estrategia. Y a partir de éstas desarrollar un plan de acción. Sabemos que los Fondos Europeos de Recuperación estarán condicionados a un Plan Nacional de Reformas en educación, prestaciones sociales, sistema de pensiones, fomento del empleo y algunas otras importantes materias. Poco se sabe de cómo estas reformas servirán para transformar, de verdad, a la economía y a la sociedad española y cómo será el entorno que se busca para el futuro. Tampoco se ha definido con claridad un propósito, más allá de la necesaria recuperación. ¿Cómo vemos a España en 2030? ¿Qué papel debería tener en el mundo en 10 años? Sin ese propósito común que nos ilusione a todos, organizaciones, empresas, instituciones, ciudadanos y nos sitúe en el futuro ¿lograremos lo que buscamos? Yo soy muy optimista. Y en España, ya demostramos al mundo, en la década de los 80 del siglo pasado, que conseguíamos lo que nos proponíamos como país, si el propósito estaba claro. En aquella época se trataba de modernizar el país usando como excusa dos grandes objetivos: organizar los mejores Juegos Olímpicos y Paralímpicos de la historia en Barcelona 92 y poner en marcha la Exposición Universal en Sevilla. Y logramos nuestro propósito, modernizar el país, demostrando al mundo, en 1992, lo que éramos capaces de hacer en España. ¿Qué propósito definido con objetivos concretos y tangibles conseguiremos (sin caer en lugares comunes o en populismos), si aceleramos la transformación de nuestro país, como pide el Presidente del Gobierno? Es decir, transformarnos ¿para qué? Debemos contar con su definición, cuanto antes, para ir creando ilusión en la sociedad, y en cada una de sus partes, y que, así luego, todos contribuyamos a esa aceleración tan necesaria de la transformación.

El segundo paso para acelerar la transformación, en una organización, es tener en cuenta la cultura de la organización, sus valores, estructura organizativa, gestión del talento, liderazgo, comunicación interna para saber hacia dónde hay que orientarla y cómo. Es decir, alinear a todas las personas de una organización para remar, no sólo en la misma dirección sino, con más intensidad. Significa que con un liderazgo moderno (no de influencers en redes sociales) hay que crear un espíritu colectivo de esfuerzo, de superación, de trabajo en equipo. Y a nivel de país, requiere de colaboración entre administraciones pero, también, de colaboración público – privada logrando la máxima sintonía entre instituciones, empresas y sociedad civil. En esta etapa de la aceleración de la transformación en un país es donde la Unión Europea quiere ver reformas en la educación, en la formación profesional, en la Universidad; quiere ver cómo se ayuda a la población a adquirir habilidades digitales y a facilitar un aprendizaje continuo (Life Long Learning) para los profesionales. Y quiere ver el máximo aprovechamiento del talento en cada país. Y por esto, hay que movilizar el mejor talento, para esta fase, contando con  expertos, tanto en las reformas necesarias hoy como en los proyectos de futuro, que trabajen juntos en una planificación y un alineamiento de los recursos con el propósito y los objetivos generales. Buscando eficacia y eficiencia social, ambiental y, por su puesto, económica.

La tercera etapa es fundamental en la aceleración de la transformación en las empresas: poner al cliente en el centro de todo lo que hace la organización, entender todos los cambios que se han producido en el entorno para conseguir llegar a él con una propuesta de valor atractiva que seguro implicará cambios en el modelo de negocio de la empresa o de la manera de hacer las cosas en una organización. Aquí es fundamental tener en cuenta la experiencia del cliente (su satisfacción con todo lo que recibe por lo que paga) pero, sobre todo, la innovación, los nuevos modelos de negocio (el pago por uso que facilita el mejor aprovechamiento de los activos), las plataformas digitales integradas, la redefinición de alianzas en el ecosistema (ODS 17), con ideas que permitan poner en marcha la economía circular, etc. Es momento de reinventarse. Pero tengamos en cuenta, como dice el Banco de España, que hay que poner el acento en la calidad de los proyectos antes que en la cantidad o en la rapidez de ejecución. Se trata, por encima de todo, de gastar bien. Para que funcione esta etapa, a nivel de país, tenemos que aumentar muy considerablemente la inversión en I+D + i de todas las instituciones, públicas y privadas; grandes, medianas y pequeñas empresas; gobiernos locales, autonómicos o nacional. Y trabajar más colaborativamente, como señalaba en la etapa anterior. Si no aprovechamos para invertir una buena parte de los fondos de recuperación en proyectos y actividades de investigación científica y técnica, pública y privada, y en mucha innovación, disruptiva o no, será imposible construir un futuro confiable y sostenible. Si no innovamos, le estamos robando dinero al futuro.  

En la cuarta etapa es dónde se deben analizar las oportunidades que las  nuevas tecnologías nos traen. Pero hay que hacer un análisis de las tecnologías habilitadoras con gran sentido práctico. Se trata de ver cuáles de las tecnologías, que ya están en fase de aplicación, son adecuadas para nuestro negocio y están alineadas con nuestro propósito. ¿Podemos aprovecharlas en su estado actual de desarrollo? La transformación digital tiene sentido cuando las personas están preparadas para relacionarse con la nueva tecnología de una manera natural, así que cuidado con las costosas inversiones en tecnología que luego nadie usa. La tecnología por sí misma no nos va a resolver los problemas, como estamos comprobando durante la pandemia. ¿Hay tecnología para el rastreo de los contagios? Si ¿Nos está ayudando? No, porque las personas desconfían, no saben, no quieren usarla. No hemos preparado a la población para que usara una tecnología que hubiera sido muy potente para evitar 2ªs y 3ªs olas. A nivel de país, esta es una fase especialmente crítica porque hay que reindustrializar rápidamente. En 2017, la Unión Europea se proponía conseguir una industria inteligente, innovadora y sostenible cuyo peso alcanzase el 20% sobre el PIB en 2020. En España no llegábamos al 16% en 2019 y hoy la cifra es similar o algo menor. ¿Cuáles son las industrias de fabricación por las que España debe apostar? ¿Automóvil? ¿Alimentación? ¿Baterías eléctricas? ¿Aeroespacial? Es muy importante tener en cuenta que los dos grandes ejes en los que se deben mover todos los proyectos que quieran contar con ayudas deben orientarse a la inversión “verde” (37% de las ayudas) y a la digitalización (33%) para definir la estrategia de reindustrialización en España.

Finalmente, es imprescindible, para acelerar la transformación en una organización, ejecutar los planes en plazo y medir los resultados con un cuadro de mando. Y para tener éxito hay que garantizar el alineamiento de los objetivos con el propósito, ser capaz de comunicar la estrategia con claridad y sencillez, involucrar a todas las áreas y funciones y usar mensajes concretos para evitar interpretaciones. Para el seguimiento de los planes es necesario tener una hoja de ruta definida y un cuadro de mando asociado con los indicadores (KPI’s) críticos para asegurar la ejecución de la estrategia. Monitorizar el rendimiento para ver el impacto de los cambios, estableciendo un sistema de alertas tempranas que permitan analizar resultados y actuar. Y pivotar, corregir el rumbo, cuando sea necesario. La ejecución necesita de organizaciones ágiles y flexibles que se caracterizan por la claridad en la estrategia, una red de equipos auto-dirigidos, decisiones rápidas y ciclos cortos de aprendizaje, un modelo dinámico de gestión del talento de las personas y tecnologías que permitan cambios rápidos. Esta etapa será clave para la gestión de los Fondos de Recuperación en España porque según el Tribunal de Cuentas Europeo, España gasta apenas el 39% de las ayudas a las que tiene derecho. Es el tercer resultado más bajo de la UE-27, solo empeorado por Croacia e Italia. Esto significa que el 61% restante se pierde, bien sea por falta de eficacia en la tramitación, por atascos burocráticos, por falta de proyectos, por falta de control efectivo del gasto o por mera incapacidad y dejadez política.

Para que todos los recursos financieros que se van a movilizar sean verdaderamente productivos para la sociedad y permitan construir el futuro con solidez, necesitamos que todas las organizaciones públicas y privadas, grandes y pequeñas, se basen en sistemas de gestión fuertes basados en la excelencia, la innovación y la sostenibilidad (incluyendo más diversidad e inclusión). Por eso desde el Club Excelencia en Gestión hemos lanzado la iniciativa  “Contribuyendo a un futuro más sostenible de la economía española” poniendo a disposición el Modelo EFQM. Este modelo, reinventado para un tiempo VUCA (volátil, incierto, complejo, ambiguo), se caracteriza ahora por “la necesidad de preparar el futuro”, a partir de un excelente funcionamiento actual y de unos resultados sobresalientes. Está demostrando estar a la altura necesaria para ayudar a las organizaciones, en esta época de crisis y cambios acelerados, a gestionar de la mejor manera posible a todos los grupos de interés y a la transformación de la cultura, el modelo de negocio y la tecnología utilizada. Y lo hace teniendo en cuenta las variables más importantes para la buena gestión en estos tiempos. Y de forma holística, es decir, integrando todos los aspectos relevantes para gestionar hoy con excelencia, con innovación y con sostenibilidad. Desde la definición de un propósito que beneficie a la sociedad, un liderazgo que considere una mayor diversidad e inclusión para reflejar las tendencias sociales, la integración de los ODS en la estrategia de sostenibilidad, el respeto y consideración de todas las partes interesadas, los principios de buen gobierno, la innovación en productos, servicios, procesos, la transformación de la cadena de valor, la adaptación de la cultura, el adecuado uso de los datos con la debida tecnología, la gestión de los riesgos (incluyendo los digitales), o la medición de las percepciones de los resultados, reputación e intangibles de una organización.

Si, Sr. Presidente, se puede y se debe acelerar la transformación en nuestro país pero con método y disciplina, sin improvisaciones. Esta vez lo mejor sería que la rana vea el estímulo delante, como una atractiva mosca a la que atrapar y disfrutar. Es decir, que tengamos el acicate de conseguir un propósito y unos objetivos que nos sitúen en el futuro, tal y como nos propongamos como país. Es decir, con un sistema educativo reformado para el futuro, unos niveles mucho más altos y consolidados de inversión en I+D + i, digitalmente avanzados, con una economía basada en los principios de la economía circular, más cohesionados territorialmente para disfrutarlo recuperado. En este empeño, nos encontrará al Club Excelencia en Gestión, con nuestra contribución a la sociedad española, preparando a las organizaciones para el futuro. Vamos a ayudar a que no se nos escape el futuro.

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