Este documento analiza las principales dinámicas que están configurando el entorno de América Latina, con foco en los países más relevantes de la región.
Se destaca un contexto de desaceleración económica, presión fiscal, inestabilidad política y elevada polarización, que dificulta la gobernabilidad y frena la inversión. A pesar de algunos signos de recuperación postpandemia, la región sigue afectada por altos niveles de informalidad, deuda pública y desconfianza institucional.
Se identifican también tres factores estructurales que marcarán el rumbo de Latinoamérica en los próximos años: la transición energética y su impacto en países productores de materias primas, el auge del nearshoring como oportunidad para reconfigurar cadenas de valor, y la transformación tecnológica que exige nuevas capacidades productivas. En este marco, se subraya la importancia de fortalecer la seguridad jurídica, mejorar la calidad institucional y generar pactos sociales que favorezcan la estabilidad y el crecimiento sostenido.