El informe parte de un escenario internacional marcado por la incertidumbre geopolítica (conflictos en Ucrania y Oriente Próximo, tensiones comerciales y arancelarias de EE. UU.) y pronósticos de un crecimiento mundial moderado con ligera desaceleración en las grandes potencias y estabilidad en América Latina y el Caribe.
Frente a este contexto, el documento aborda desde la perspectiva de las organizaciones empresariales de la región los principales retos estructurales —reducción de exportaciones a EE. UU., baja productividad, elevada informalidad, brechas de género y digital— junto a las fortalezas competitivas: una población joven, abundancia de recursos naturales y un creciente potencial en sostenibilidad e innovación.
A partir de este diagnóstico, propone una hoja de ruta a corto y medio plazo basada en tres pilares fundamentales: diálogo y acción público-privada para diseñar políticas que mejoren la estabilidad política, la calidad normativa y la seguridad jurídica; impulso de la competitividad mediante modernización de infraestructuras, fomento de la innovación tecnológica y programas de capacitación orientados al mercado laboral y reducción de brechas sociales y digitales, promoviendo la inclusión de la mujer y la extensión de la conectividad, con el fin de garantizar un crecimiento más equitativo y sostenible.