Transformarnos sin renunciar a ser quiénes somos y cómo somos
“Dejar ir y dejar venir” son las premisas de las personas y de las organizaciones para poder abrazar lo nuevo y liderar desde el futuro emergente. Y en ese proceso de cambio y transformación que viene acelerado por las circunstancias actuales tenemos que ir a lo más profundo de nuestra identidad y de nuestro propósito para poder conectar con lo nuevo, con lo emergente abriendo nuestra mente, nuestra voluntad y nuestro corazón para poder entrar preparados en ese futuro que ya está aquí.
"La honradez es el más lucrativo de los negocios". D. Tomas Pascual Sanz, fundador de Pascual
En Pascual hemos cumplido ya más de 50 años de vida y a lo largo de todos estos años hemos demostrado una forma de ser y de hacer las cosas que nos ha permitido llegar hasta aquí siendo una empresa reputada, con marcas fuertes y reconocidas, con productos y servicios de calidad, con millones de familias consumidoras fieles y decenas de miles de clientes de distintos perfiles y canales que han confiado en nosotros para ofrecer nuestros productos.
Y detrás de todo ese esfuerzo, ese trabajo diario, de minuto a minuto, estamos Nosotros, las Personas, y por personas me refiero a los que trabajamos en la Empresa, pero también a todos los que nos apoyan: ganaderos, proveedores de todo tipo, transportistas, agricultores, bancos... Y por supuesto la Familia Propietaria que recoge el legado de nuestro fundador y salvaguarda una forma de entender la empresa, su modelo y que trabaja para reforzar el principio de transcendencia y largo plazo con el que trabajamos. Ese esfuerzo y trabajo continuo los hemos traducido en un propósito que es dar lo mejor para el futuro de la alimentación que nos alinea y da sentido al trabajo que hacemos.
Y ahí, en nosotros, en las personas está la clave, del pasado, del presente y del futuro de nuestra empresa. Hemos construido una empresa basada en valores que determinan lo que somos, lo que hemos hecho hasta ahora, pero que tienen que ser la base y el fundamento de lo que tenemos por delante. En mi experiencia no concibo el cambio en las Organizaciones como revoluciones que cuestionan a todos, todo lo que existe, o lo que se ha hecho en el pasado; sino como evoluciones conscientes lideradas por personas de la Organización que son capaces de leer, de sentir, de ver ese futuro emergente y que son capaces de dejar ir, de desaprender, de abrir su mente y voluntad, de conectar emocionalmente para dejar venir lo nuevo. Y ese viaje, ese camino lo debemos hacer sin dejar de ser lo que somos y cómo somos.
Y ahí es donde entra la relevancia de la ética, de la vivencia real de los valores, de la incorporación de estos patrones en los procesos de decisión de los órganos de gobierno y de gestión de la empresa, y de todas las personas que trabajamos en Pascual que tomamos pequeñas decisiones todos los días. Las buenas empresas tienen que ser capaces de mantener un esqueleto fuerte (un propósito claro, una identidad clara, una visión clara y compartida y unos valores claramente definidos que son reforzados y reconocidos cuando la gente los vive en sus conductas asociadas y corregidos cuando nos desalineamos respecto a ellos) y además un músculo, una energía y una capacidad de adaptación que nos permita estar constantemente cerca de los consumidores, ciudadanos, clientes observando, escuchando, entendiendo sus necesidades para adaptarnos rápido y liderar ese futuro emergente que ya está aquí.
Tener una identidad y un propósito fuerte, una cultura sólida, no tienen por qué ser lastres o rémoras del pasado, sino que son los fundamentos sobre los que construir el futuro; y para que sea así lo que necesitamos es conocernos, entendernos, reflexionar abiertamente sobre ellos y, sobre todo, estar abierto a lo que viene, escuchando, sintiendo, observando, en definitiva, estando vivos y abiertos al futuro emergente.