Este documento analiza la brecha persistente en el avance profesional de las mujeres, conocida como the broken rung, que limita su acceso a posiciones de liderazgo. Aunque representan la mayoría de graduadas universitarias, son promovidas con menor frecuencia que los hombres, lo que impacta en su “capital de experiencia” y, en consecuencia, en sus ingresos a lo largo de la vida laboral. Frente a este escenario, las autoras proponen que las mujeres se enfoquen en tres palancas clave: el fortalecimiento de redes profesionales sólidas y diversas, el desarrollo de soft skills (habilidades blandas) y la mentalidad emprendedora, aplicable tanto en la creación de empresas como dentro de organizaciones ya establecidas.
El texto ilustra, a través de ejemplos reales, cómo las redes de contacto no solo amplían oportunidades laborales, sino que también actúan como catalizadores de promoción cuando incluyen mentores y, sobre todo, sponsors que abren puertas concretas. Asimismo, enfatiza que las habilidades blandas —como la autogestión, la comunicación efectiva, la capacidad de liderazgo y la negociación— no son innatas, sino que pueden aprenderse y son cada vez más valoradas en un mercado laboral en transformación. Finalmente, resalta que la actitud emprendedora, entendida como la capacidad de innovar, asumir riesgos y generar impacto, resulta esencial para avanzar en cualquier etapa de la carrera.