Este informe explora la naturaleza compleja de la enseñanza y propone un marco basado en evidencia para mejorarla.
A partir de la experiencia de más de 150 escuelas en 50 países, identifica cinco objetivos esenciales de la enseñanza de calidad —asegurar el compromiso cognitivo, elaborar contenidos disciplinares sólidos, proporcionar apoyo socioemocional, fomentar la interacción en el aula y utilizar la evaluación formativa con retroalimentación— y los desglosa en 20 prácticas pedagógicas concretas. Se enfatiza que la enseñanza combina ciencia, arte y oficio: requiere conocimientos basados en investigación, pero también creatividad, intuición y juicio profesional para responder a la diversidad de contextos y necesidades en el aula.
Además, destaca que la mejora educativa no depende de “grandes innovaciones” aisladas, sino de la acumulación de pequeños cambios basados en prácticas eficaces, sostenidas en el tiempo y adaptadas al contexto escolar. Asimismo, subraya que los líderes escolares y el entorno educativo son clave para facilitar que los docentes desplieguen estas prácticas de manera efectiva.