El informe analiza la evolución reciente del PIB por persona en edad de trabajar (PIB/PET) en España y constata que, aunque la economía completó su recuperación tras la pandemia en 2025, el crecimiento descansa sobre bases frágiles.
La expansión se ha apoyado sobre todo en shocks de demanda —especialmente vivienda y crédito a empresas— mientras que las perturbaciones de oferta han vuelto a lastrar el ciclo, destacando la debilidad persistente de la productividad total de los factores y la caída del capital residencial. Pese a un mercado laboral más equilibrado, con menor desempleo y márgenes salariales al alza, la productividad por hora y por empleado equivalente a tiempo completo sigue mostrando un estancamiento estructural.
El análisis histórico revela que la productividad española mantiene un desempeño insuficiente desde mediados de los años 90, con retrocesos acusados tras la COVID-19. La descomposición por shocks señala que, en los últimos años, tanto la oferta como la demanda han contribuido negativamente a la evolución de la productividad, con especial impacto de factores como el comercio exterior, la política monetaria y la baja eficiencia en la asignación de recursos. A nivel comparado, la brecha con la UE8 se amplía hasta los 33 puntos porcentuales en PIB/PET, debido principalmente al menor nivel de productividad por hora trabajada y a una tasa de actividad más baja. En este contexto, reducir horas trabajadas sin abordar los problemas estructurales de productividad y empleo aumentaría aún más la distancia con Europa y limitaría el crecimiento económico futuro.