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La gestión tradicional de los resultados pasa por analizar los resultados obtenidos, estudiando las tendencias para entender su comportamiento a lo largo de los años. En algunos casos, también se analizan en clave de cumplimiento de los objetivos establecidos (siempre que se hayan establecido valores objetivos) y, en el mejor de los casos, se comparan los resultados obtenidos con los que han conseguido otras organizaciones.
Hoy os contamos un extracto de nuestros 25 años de vida (¿será suficiente como ejemplo de resiliencia?) con EFQM como guía y referencia.
Nuestro objetivo es mostraros cómo ayuda el Modelo EFQM a la resiliencia de las organizaciones desde nuestro propio ejemplo, con aciertos y errores, para no caer en lo que nuestro amigo Cipri Quintas critica de los “vendeburras”, que dan lecciones que no han aprendido y venden experiencias que no han vivido.
Podríamos empezar diciendo aquello de que el conocimiento está en las personas, aunque valdría la pena añadir que esto no es así de entrada, ya que el conocimiento no se instala en nuestro cerebro de manera espontánea como resultado de la variedad de experiencias que vamos teniendo a lo largo de nuestra vida, que en realidad, lo que hay en las personas como resultado de los inputs que van impactando en ellas, es un saber.
Todo parece indicar que nos encontramos en la recta final de la pandemia y como en una carrera de larga distancia los últimos quilómetros son los más duros y determinantes para el escenario pospandémico o de futuro más inmediato.
Si antes de la pandemia ya existían desigualdades, es innegable que la Covid-19 ha ampliado aún más las distintas brechas existentes en España. Un informe presentado recientemente por Cáritas y la Fundación Foessa lo constata. De entre las muchas conclusiones recogidas en el estudio “Evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España, se ponen de relieve tres aspectos clave que me gustaría destacar:
Los cambios en las formas de trabajar, de comprar y vivir han acelerado la transformación digital en las empresas, independientemente de su sector. Actualmente nos encontramos inmersos en lo que se denomina la cuarta revolución industrial, en la que el elemento tecnológico en torno al que giran todas las transformaciones, es la digitalización.