La IA tiene que ser nuestro terreno de intervención, de pensamiento y de transformación del mundo
En este documento se llama a integrar la Inteligencia Artificial (IA) en un marco de reflexión más amplio que incluya consideraciones éticas, filosóficas y sociales. Propone un desafío a las universidades y a la sociedad en general: avanzar hacia un entendimiento de la IA, que reconozca tanto sus potenciales como sus limitaciones, promoviendo un uso responsable y crítico de esta tecnología.
En un diálogo que trascendió lo académico para adentrarse en los filosófico y ético, se planteó una revisión de la inteligencia, no solo en términos de capacidad cognitiva o de resolución de problemas, sino como un equilibrio dinámico que implica percepción, hábitos y mecanismos sensoriomotores. Esta perspectiva reconoce la Inteligencia Artificial como una herramienta que, si bien se especializa en tareas específicas, aún no alcanza la complejidad del pensamiento humano integral.
Se destaca el contraste entre la visión tradicional de la IA, centrada en imitar y superar tareas humanas específicas, y la emergente idea de una IA general, capaz de aprender y adaptarse de manera holística.